Mario, un super héroe de tres años

Mario, un super héroe de tres años

Hola, me llamo Mario y os voy a contar la historia de todo el proceso que he pasado hasta que me detectaron la hipoacusia

Nací un día 3 de marzo de 2015… Sin más, jijiji.  Fui súper rápido, ya se veía venir que iba a ser un torbellino. Al nacer me hicieron la prueba para ver que mis oídos estaban bien. La primera prueba no salió bien, pero les dijeron a mis padres que era normal, que podría tener suciedad en los oídos y que al mes volviera para repetir la prueba. Así que al mes volvimos los tres para repetirla. Y… ¡toma!, estaba todo bien, así que la alegría de mis padres fue muy grande y nos fuimos a casa tan contentos.

Pasó el tiempo y mis padres empezaron a notar que algo pasaba, no reaccionaba a ciertos sonidos como el timbre, las llaves o golpes lejanos… Un día mi padre dio un golpe muy fuerte con un cubilete en el suelo cuando yo estaba de espaldas y ni me enteré, seguía jugando como si no hubiese pasado nada… Así que al día siguiente fuimos a ver a mi pediatra favorita Concha que es súper buena conmigo. Mi mamá le dijo que pensaba que a lo mejor eran cosas de padres primerizos, pero que notaba que algo no iba bien. Concha, que es súper atenta, le dijo a mi madre que los padres son los que primero notan cuando nos pasa algo, así que nos mandó al que hasta hoy es mi doctor, el Dr. Francisco Javier Hernán Calvin, ¡es un crack! El me lo llama a mi, jajajaja.

Le explicaron que había sonidos a los que yo no reaccionaba, pero que en mi guardería no veían nada porque yo era el primero en hacer lo que la profe decía… (lo que no sabían es que yo empecé a fijarme mucho en los gestos y acciones de mis compis y profes y aprendí a reaccionar antes sin oír bien)

El doctor me mandó varias pruebas entre ellas un potencial. Y ahí descubrimos que tenía una pérdida severa en ambos oídos… Con los resultados nos mandó a Widex y allí conocí a cuatro chicas que para mi son especiales. Dos de ellas, Mercedes y Marta, me hacen los moldes y hacen que mis audífonos funcionen al 100% para que los sonidos que yo no puedo oír me lleguen con claridad y… ¡cómo mola! Las otras dos, Lorena e Irene, se dedican a enseñarme los sonidos y el vocabulario que no he podido oír desde la tripa de mi mamá, porque vosotros, los oyentes, desde que estáis en la tripa de vuestra mama oís y vais aprendiendo palabras, pero yo no pude.

Gracias a ellas me pongo al día y aunque es mucho trabajo Lorena hace que sea divertido y, aunque se lo ponga difícil de vez en cuando, ella nunca pierde la sonrisa.

Cuando parecía que todo estaba en marcha, a los dos meses de tener mis audífonos el otorrino me repitió las pruebas y… ¡vaya susto!, mis oídos habían perdido audición y cada vez oía menos sonidos.

Pero tanto el Dr. Calvin como Mercedes, Marta, Lorena e Irene se pusieron manos a la obra. Me consiguieron nuevos audífonos, mucho más potentes, para que esos sonidos llegaran a mi cerebro, pero aun así había cosas que no podía oír. El Dr. Calvin propuso operarme y colocarme un implante coclear con el que… ¡madre mía oigo todo con él, es mi oído favorito!

La operación es larga pero el resultado es increíble, puedes oírlo todo. Ahora oigo llover, el aire, etc. Gracias a este nuevo invento y al trabajo de mis logopedas estoy aprendiendo a hablar y a escuchar todo lo que hay a mi alrededor…

¡Chicos es increíble! El año que viene empiezo el colegio, os seguiré contando mis aventuras con estos nuevos aparatos.

Mario.