Me llamo Sara y soy sorda profunda de nacimiento, llevo audífonos como mi hermano mayor, también sordo de nacimiento.
Desde pequeños nuestros padres han apostado por nosotros llevándonos a clases de logopedia para aprender el habla lo antes posible, y apuntándonos a clases de inglés extraescolar desde primaria. Gracias a todo su esfuerzo, ahora hablamos de una manera correcta e incluso varios idiomas, a decir verdad, bastante bien el inglés y del resto un buen popurrí de palabras.
La sordera en mi vida sólo me ha supuesto las barreras que yo misma me puse, y que con el tiempo he ido venciendo. Todo con esfuerzo y voluntad se puede conseguir, y por supuesto, mucho más si empiezas desde pequeño. Claro que no oigo bien, pero gracias a eso he desarrollado otras capacidades que me lo compensan. Desde pequeña he necesitado que mis compañeros de clase y trabajo me echen una mano con los apuntes, explicaciones, y demás. Ahí ya vi que me iría mucho mejor llevándome bien con ellos, y aprendí a escuchar a la gente desde pequeña. Creo que la habilidad social que tengo de relacionarme con la gente allá donde vaya, en parte, me viene de aquí.
Claro que solos podemos con lo que nos propongamos, pero por lo menos a mí, me cuesta más. Gracias a la sordera aprendí a tener que pedir ayuda, por mucho que yo quisiera lograrlo por mí misma. Aprendí que lo importante además de la meta, es todo lo que te llevas por el camino, y aunque sea más largo, también es más reconfortante y recoges otro tipo de experiencias, que al final, también forman parte de ti.
Gracias a la sordera aprendí a ser fuerte, y me ha dado muy buenos frutos en mi vida. Actualmente tengo 27 años, trabajo de radiofísica, y llevo tres años y medio independizada en otra ciudad. Como todo el mundo, me he visto en ocasiones de soledad, injusticias laborales, y situaciones duras que la vida presenta sin llamar a la puerta. Me he desenvuelto bien en todas ellas, y ya sé que no soy psicóloga, pero en parte también lo asocio a la sordera. La sordera ha supuesto un camino tortuoso en mi vida, pero con esfuerzo y perseverancia se es capaz de darle la vuelta a lo impuesto. Algunas cosas las asociamos a los milagros, y seguramente una pequeña parte de ellas lo sea, pero vencer la sordera no lo es.
Cada vez más veo en las nuevas generaciones, e incluso en mis amigos de la infancia, que se trata de una discapacidad cada vez más superada. Con alegría y esfuerzo, los principios duros pueden convertirse en finales fáciles.