Mis amigos sordos me hicieron sentir una más del grupo en cuanto me conocieron. He pasado ratos geniales con ellos. La comunicación nunca ha sido un problema gracias a su esfuerzo, expresividad y simpatía. Ojalá todo el mundo tuviera la suerte de conocer personas como ellos.
Tener un amigo sordo a lo largo de estos años me ha enseñado que las barreras las pone uno mismo. Ver cómo las desventajas se pueden convertir en fortalezas es una de las mayores lecciones que he podido aprender nunca.
Siempre que hablamos de cualquier discapacidad ya sea física o mental tenemos muchas ideas preconcebidas de lo que puede ser tener una relación estrecha con esa persona. Crecí con una persona sorda que siempre me escuchó.
Al nacer mis hijos sordos lo primero que sentí fue una gran tristeza… Lo segundo un reto que ha sido el motor de mi vida y lo tercero una gran alegría de ver cómo han respondido y el fruto que van dando.
Aproximarme a la discapacidad desde el mundo laboral ha sido una experiencia social y humana que no cambiaría por nada.
Mayor contacto visual para lograr entendimiento= compañerismo = esfuerzo y ganas de superación. Gente formada que ha tenido y tiene que trabajar el doble para estar donde otros llegan con la mitad de esfuerzo = admiración.
El ser una persona sorda no ha sido ningún impedimento para poder desarrollar mi carrera universitaria, mi trabajo profesional y mi vida como madre. He necesitado la ayuda de mis padres, familiares y amigos/as en muchas ocasiones pero siempre desde el cariño y con muchas ganas de aprender y mejorar.
